Un año más a las 3:23 p. m.

Hoy es un gran día para la humanidad, a día de hoy, pero casi 30 años atrás, el mundo asistió, entre conmocionado y esperanzado, al nacimiento de una de las mentes más brillantes que jamás ha dado la historia humana. Aquel pequeño niño, aquel nuevo mesías, aquel que traía consigo una luz de esperanza a un mundo negro y cruel, aquel cuyo destino ya había sido augurado por profecías que se pierden en la noche de los tiempos. Unos cinco minutos después nací yo, en un feo hospital, de una fea ciudad, en un frío día de noviembre, y además por cesárea.
Sí, es mi cumpleaños. No es tampoco ningún día especial, tengo un año más (o un año menos). ¿Debería deprimirme por ello? Los que me conocen están convencidos de que lo haré, de que me hago mayor, que no tengo futuro, etc. Pues va a ser que no. Es un bonito, aunque frío, día de noviembre, me han felicitado, me han hecho algún regalo. He recuperado una amiga, aunque a veces pienso que estoy perdiendo otra.
En fin, un año más y aquí estamos. Felicitadme, no seáis malos.
A quien le importe.