Una historia verdadera


No paraba de llover.
Miles de gotas de agua caían a borbotones sobre el negro asfalto de la calle, mojando los edificios, oscurecidos ya por el humo de los coches y la suciedad acumulada. Una figura va paseando por las calles de esta ciudad cuyo nombre no viene a cuento. Sus pies descalzos están llenos de llagas, y un manto gris, que le cubre totalmente el cuerpo, está sucio y empapado. Pequeñas gotas de lluvia, que se mezclan con sangre, se derraman por su pelo, haciendo sinuosas rampas por sus mejillas, y mojan su larga barba hasta caer al suelo. Camina despacio y ligeramente encorvado, pero es alto y corpulento. Desliza sus cansados pies por aceras atiborradas de gente, pero nadie parece verle, nadie quiere verle, o quizás, nadie tiene tiempo para verle.
Pero la figura gris si los ve a ellos. Con sus grandes ojos azules observa detenidamente a todos y cada una de las personas que pasan sin cesar por su lado: una pareja se besa apasionadamente en un café, un niño llora porque ha perdido a su madre, un joven escribe una poesía, un par de ancianos ríen enseñando sus ya pocos dientes, pero mostrando aun un brillo de luz en sus arrugados ojos, una mujer, tristemente vestida, busca entre la basura algo de comer, y miles y miles de cosas mas que la figura gris no deja de observar.
Se deja caer de rodillas en el suelo, está desconcertado y asustado a la vez. Entiende lo que ve pero no lo comprende. Saca una mano para apartarse el pelo de la cara, tiene la muñeca agujereada y de ella le sale mucha sangre. Su cara refleja temor, decepción, no puede creer que haya tanta ingratitud en el mundo y que millones de corazones tengan tanta prisa por llegar alguna parte, que la gente haya olvidado aquello en lo que creía o intenten alcanzar siempre un horizonte lejano.
Levanta la cabeza y las manos al cielo, pero solo ve millones de gotas de agua mezclándose con sus lágrimas, bajo un cielo gris totalmente tapado. Baja la cabeza y se levanta pesadamente, el manto gris cae al suelo y su cuerpo queda al descubierto. Está prácticamente desnudo, excepto nalgas y genitales que están cubiertos por un sucio trapo que antes había sido blanco. Su cuerpo está lleno de heridas sangrantes, y una de ellas, mas profunda, le cruza el pecho izquierdo. Su otra muñeca y sus pies también están agujereados. Extiende los brazos hacia los lados y empieza a gritar llamando a su padre, pero nadie le escucha, nadie le presta atención, la gente está demasiado ocupada para fijarse en algo que no repercuta en ellos directamente.
La figura desnuda se tambalea, está extenuado, y finalmente cae hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el suelo. Con los ojos muy abiertos, y al límite de sus fuerzas, exhala un ultimo susurro:
-Padre, perdónales, porque te han olvidado.
Ladea la cabeza a un lado y muere. Aún tiene los brazos extendidos a los lados y un pie está encima del otro. Dos personas con chubasqueros se paran junto a él, y una de ellas dice:
-¿Has visto?, otro vagabundo que se ha muerto de frío. Bueno.
Entonces la otra persona recoge el manto, totalmente blanco, de la figura muerta y le cubre el cuerpo con él. Un gran trueno ilumina el cielo mientras las dos personas con chubasquero se alejan tranquilamente por la calle.
Había dejado de llover.

Dani 1998

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