He-Man

Dicen que los niños de hoy en día han perdido la imaginación. Que antes de jugar un partido de fútbol o pintar un dibujo prefieren jugar a la Playstation o a la Nintendo. Yo creo que exageran algo, pero no les falta tampoco razón. En mis tiempos, lejano aun el auge de internet, el cambio climático y las bodas gays, solo los mas pijillos tenían una consola. Evidentemente eran los reyes del cotarro, todo el mundo quería ser sus amigos e ir a su casa a jugar a la maldita consola. Yo no iba, porque aquellas sesiones de tardes lúdicas se reducían a ver como el dueño jugaba mientras los demás miraban, y quizás les permitían tocar cinco minutos el caliz sagrado de la tecnología punta y ser capaz de sentirse un diós que maneja el destino de tantas criaturas (o sea coger el mando para mover a un puto hombrecito hecho con 10 pixeles).
Sin embargo, yo prefería quedarme en casa. A pesar de los cariñosos apelativos que me dedicaban, como bicho raro o mariquita que juegas con muñecos, dichos por pusilánimes envidiosos de mi muy superior intelecto, yo era el niño mas feliz del mundo cuando sacaba de su caja de zapatos a mis muñecos de Master of Universe: mas conocidos como los muñecos de He-Man.
Mis pequeños amigos eran caros, con lo que nunca pude disponer de los numerosos atributos (castillo de Grayskull, el tigre de He-Man, etc) de que disponían. Solo un grupo de unos diez muñecos. El resto tenía que ponerlo yo con mi cabeza. Afortunadamente tenía a los dos protas principales (He-Man y Skeletor) y a partir de ahí solo diós sabe las increibles aventuras que corrí por el lejano planeta de Eternia, en una lucha constante entre el bien y el mal. Magía, traiciones, muertes y resurreciones (para algo yo era el Supremo Hacedor) durante un período indeterminado de tiempo. Y todo eso con unos cuantos muñecos, un sofá, un par de cajas de zapatos, plastilina y mucha, mucha imaginación.
El problema es que mi pobre mamá ya se intuía que mi imaginación era algo...ejem...desbordante,. y nunca me quiso comprar los muñecos de los personajes femeninos de esta saga de juguetes. No sea que mis aventuras en vez de llamarse La Batalla de Eternia o El Retorno de Skeletor se llamaran El Descanso del Guerrero o ¿Eso es una teta o un músculo?.
Ahora me llamarían friki, en aquella época era mas común mariquita (si supieran lo que hacía con las Barbies...ejem).
Portaos bien.


2 respuestas:

Anónimo dijo...

Recuerdo que en mi época párvula... vivi enamorada de He-man, si desde pequeña ya sabía yo de chicos wenorros eh? que de tonta nada.

Anónimo dijo...

Oh, He-Man!
Recuerdo tardes interminables, en el patio de la casa de mi abuela, con ese característico aroma a flores y tierra mojada, que jugaba con los muñecos junto a mi mejor amigo de la infancia, Lautaro.

Es uno de los recuerdos más vívidos que tengo de la niñez. Y creo que conservar aún hoy día a He-Man y a Skeletor, es algo genial.

Dani, un post emotivo, jeje.

Saludos~!